Dar Amor es la Clave de la Felicidad

Publicado el 13 de diciembre de 2025, 13:24

Paseaba por Calcuta hace ya treinta años, y el deterioro de las personas y del paisaje urbano —chabolas miserables, cuerpos exhaustos— me desgarraba por dentro. Aquella visión parecía aniquilar cualquier sentido. Sin embargo, pronto comprendí cuál era la única salida posible: dar amor sin esperar nada a cambio. No por obtener una respuesta amorosa, sino por el simple acto de vaciarse dando.

Me gustaba besar a los niños en el rostro y a los mayores en las manos. Para ellos era como si Dios hubiera descendido del cielo y se hubiera detenido, por un instante, a mirarlos con ternura. Algunos quedaban perplejos; otros, descolocados.

El acto amoroso más intenso lo viví con quien bauticé como “Sunita Baby”, una niña cuya suciedad ocultaba los ojos más tímidos y luminosos que he visto en mi vida. Nosotros éramos como dioses descendidos del mundo de los ricos para besar y hablar con quienes no eran tratados como personas, sino como existencias sin derechos ni libertades.

Vestíamos ropas de multimillonarios. Nuestros cuerpos, marcados por un claro sobrepeso, contrastaban obscenamente con los suyos.

Y yo, poeta atribulado, pensé: sois personas como yo; haceos valer como tales. Pero vivían sumidos en un drama tan absoluto que solo se amortiguaba por una razón terrible: nunca habían conocido otra realidad. Aquello que para nosotros eran tasas de mortalidad infantil escandalosas, para ellos constituía el pan de cada día. Les protegía la ausencia de educación, pues la educación proporciona criterio, y con él la capacidad de establecer analogías… y, por tanto, el horror.

No nos envidiaban. Simplemente habitaban otro mundo. Un mundo en el que unos dioses descendían del cielo para ofrecer carantoñas a los animales sucios del inframundo.

Pero insisto: la clave de la felicidad, y quizá de la supervivencia, era darse sin reservas, sin contemplaciones, sin esperar nada a cambio.

Y aun así, yo, como poeta, pensé:

“Cásate conmigo, Sunita Baby, y te rescataré de la miseria. Tu espíritu —mucho más antiguo y vasto que el nuestro— alcanzará pronto la mayoría de edad y entonces nos casaremos. Yo te proporcionaré todo lo material necesario para vivir con dignidad. Y tú me entregarás tu alma: un alma que parece nutrirse de la podredumbre, pero que se eleva a alturas espirituales que rozan lo divino.”

 

 

leopoldo

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