María Lore

Publicado el 14 de abril de 2025, 13:37

Soy mi editora.

Tiene una vida marcada por experiencias dramáticas, que no narraré, por eso de mantener su anonimato. Pero sí diré que es un ejemplo de superación de todas y cada una de las dificultades. Tiene unos labios carnosos y sensuales y trabaja como una mula. Yo he caído apoteósicamente enamorado de ella. Aunque me diga que mis relaciones deben ser más largas. Y aunque me pida textos de treinta en treinta.

Es brillante y escribe como un dios. Autosuficiente y empática.

Y para alargar esta narración, insistiré en el hecho de que me he enamorado de ella, aunque me vuelve loco con eso de pedir textos para el blog y para mis libros.

Los relatos son relatos, MI AMOR. Y qué más da para publicar en un lugar o en otro.

Yo lo que hago es mandarle todos los textos. Y después, cuando ella haya elegido los que son dignos del blog y los que no (que encontrarán ubicación en mis libros), me veré obligado a elegir entre blog o libros. Pero al acabar de escribir mis relatos, se los mando todos por correo. Actitud que demuestra que no he entendido muy bien su sistema de publicación.

Pero cómo contener el ímpetu de lo publicable. Yo le mando todo y ella elige.

Y luego cojo el blog y anoto en una hoja los títulos de las distintas entradas, al objeto de eliminarlas del archivo de libros para que no aparezcan repetidos.

Tan solo espero que mi sistema neurótico compulsivo no le cause muchos contratiempos.

 

leopoldo

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