El jabón, caprichoso, dibuja figuritas en el agua.

Escribo mi relato, como quien convoca un espíritu.Y se lo envío a María Lorena por correo,mi intermediaria con el mundo visible.

Se ha vendido una finca del lote familiar.Dentro de un mes, me corresponderán seis mil euros,igual que a mis dos hermanos.Un reparto justo, dicen.Y sin embargo, ya me los he gastado casi todos.

—Iba a pedírsela, pero como no me la iba a dar, se la robé sin más.«Aquí podrás poner los cinco porros de cada día», dijo Hicham, mi acogido, con la naturalidad de quien reparte rituales.

Hablé esta mañana con el hospital de Ana, ¿sabes con quién? Al principio no caí. Era como un moro. Gesticulaba mucho. Y se reía.

Es un gato de angora, gris perlado,con la mirada sabia de quien ha visto demasiadas tardes.Siempre espera ansiosa que llegue la Lore,porque sabe que entonces caerán sus whiskies,esas gotas de cielo líquido que solo ella entiende como ritual.

…Cuando viniste desde A Coruña a pasar unos días conmigo en casa, en Barcelona.Han pasado tres años y todavía no te has ido.

Ella llegó con su empatía y sus labios carnososa una vista judicial por el caso de violencia de génerodel que había sido víctima.

Hoy a las 9.30 horas mi editora tiene una vista oral ante el juez que dirime sobre la denuncia que presentó la Lore contra su expareja por violencia de género.

Ante la acumulación de relatos que la Lore me sube al blog, esta me dijo: —Tú escribe. Escribe… (que yo te los subiré en cuanto pueda, dejó caer en el silencio).

Había terminado la guerra, pero la Lore, ávida partisana, había huido del tren que le llevaba a la construcción del aeropuerto de Labacuolla. Saltó de la locomotora con las manos esposadas y al caer se rompió un brazo y dos dientes.

“Se busca camarero/a para trabajar los festivos en el comedor social”, rezaba un anuncio a las puertas del refectorio.

Ya no podía más, mi querida Lore. “Me mandas dos o tres relatos diarios. Y tengo que reconvertirlos para subirlos al blog”, me decía mi editora. Y justo en ese momento salía de la tostadora su maravilloso desayuno. Que venía capitaneado por unas letras en negro-quemado que rezaban “DEL BLOG DE LA LORE AL WAS UP DE MIS CONTACTOS”.

Es tan llamativo para el espíritu… PSSSuf.

Lo primero que llama la atención es, además de su barriga, lo enamorado que está de la Victoria. Amor ejemplar. Toda dedicación y afecto. Yo lo quise imitar, pero me salió como el culo. Luego, lo primero es que se trata de un intelectual comprometido que dio con sus huesos en la cárcel de Puerta del Sol, creo, donde le descolgaron un riñón a patadas.

Porque su Vicky va a aguantarlo veinte años más.

No me llames cada diez minutos.

Los presidentes de Brasil (Lula da Silva), de Colombia (Petro) y Leopoldo fueron a la Franja de Gaza, donde por toda una serie de brillantes gestiones consiguieron quedar con el presidente de EE. UU., Trump.

Me levanto. Hago mis 400 fondos y leo entre serie y serie.

Mi queridísima María Lorena me ha enseñado el sistema de enviar relatos a todos mis contactos por WhatsApp.

... Y TÚ ME SALVAS.

A las 11.00 horas, Dani, Jessy y leopoldo se han reunido con Paco, de la Red Impulsa, para optar a un microcrédito que haga factible la empresa que les permitirá a Dani y a su pareja Jessy trabajar de electricistas, fontaneros y albañiles a domicilio.

Hoy he quedado con Dani a las 10.30 horas para ir a la Red Impulsa, donde van a concederle un microcrédito para adquirir el vehículo con el que trabajará a domicilio de albañil, fontanero y electricista.

—leopoldo, necesito urgentemente que me pagues 50 euros de tu cuota mensual. Es que Eduardo se va de viaje y no tengo un puto euro que darle. Está muy nervioso (el jabato de Elisa es consumidor habitual de marihuana y sufre unos monos muy agresivos).

Llamémosle Eduardo.

Con la colaboración de Enriquito he escrito un libro, que no es sino una trampa periodística al Bellocino, que será publicado a mi muerte.

Una puerta y un cajón de la cocina y el mango de la ducha se me han jodido.

Está llegando el electricista para arreglarme un hornillo de la vitro que no funciona. Justo cuando me he peleado con mi editora porque no consigo poner en marcha un programa en el PC para mandarle a mis contactos por WhatsApp todos mis relatos con una pestaña que recoge sus comentarios al respecto.  El seguro me va a mandar al electricista y a continuación me van a arreglar el grifo de la ducha, que se le quedó a Hicham en la mano y una puerta y un cajón de la cocina que se han roto.

De todos es sabido que me tomé mi rehabilitación del traumatismo craneal sufrido hace casi treinta años, como el ascenso a un 11.000. Sí, yo era aficionado al alpinismo, en especial a la escalada deportiva. Había escalado paredes de séptimo grado en la sierra madrileña, en Cuenca y en Picos de Europa. Fue una vía complicada, sucia y con hielo. Pero yo siempre tuve mis crampones preparados. Y ya sabéis: SIEMPRE HACIA ARRIBA. Me caía en la calle con el bastón una media de cinco o seis veces. Pero no me deprimía, me cabreaba y me prometía (mentiroso) que esta sería la última vez. Me pillaba enfados malsanos, sobre todo el año que fui en silla de ruedas, con las ofensivas barreras arquitectónicas de la ciudad y su carencia de rampas.  

Recién salida de su operación de cáncer (suena fatal esta palabra, pero no sé sinónimos) en los bajos fondos, la Lore coge su silla plegable, su gata y sus libros a construir. Y algún día su horchata helada.

Todo comenzó cuando en uno de mis relatos me ofrecí a hacerle una visita a Barcelona.

Hichan y Dani están felices.

Estaba siempre gracioso sin serlo. Es decir, patético.

Ayer se desarrolló la videoconferencia de la herencia paterna con absoluta eficiencia y quedó, pues, estipulado que en unos meses Julia será la copropietaria, conmigo, de la empresa familiar. Javier saldrá de la misma; y yo cobraré 150.000 euros mensuales. Yo no saldré de la empresa para justificar mi ingreso mensual, pero le haré un poder a Julia para que, dado mi minusvalía, me pueda representar.

Son los enfermos psiquiátricos en clínicas y hospitales. Único lugar en la Tierra en que son bienvenidos.

Esta tarde a las 19.30 horas tengo una reunión por videoconferencia con mi hermano Javier y su abogado Sartal; y mi hija Julia y su abogado Venancio para retomar el desquiciante tema de la herencia paterna. Estará centrado en el tema de los impuestos. Viene a socorrerme informáticamente mi querida Cris.

Mi Amor le hice llegar a la Lore. Incluso me invité a su casa de Barcelona a pasar un fin de semana salvaje.

Estaba la Lore profundamente dormida cuando… “PJJJ, PJJJ…”.

Parecía contratado por el servicio médico de Salud Mental de Pamplona, pues en sus momentos de lucidez se dedicaba a darle afecto a chorros a la anoréxica Eva, logrando resultados en la misma, que ni la medicación ni la psicoterapia lograban.

En la calle de su casa del Ventorrillo coruñés, reposaba el Toño deslavazado en una esquina. “Vengo de los juzgados. Y estoy reventando”. La citación respondía al robo de un coche de la semana pasada, frustrado por las fuerzas de seguridad policiales. Y del que ahora rendía cuentas. Y en ese preciso momento llegó El Balas quien en tono piadoso me pidió cincuenta céntimos. Se los di y se marchó. Con mucho cuidado de no mostrar dinero ante Toño, quien me dijo: “Necesito un favor: Déjame 110 euros”. “No tengo”, mentí.

Estaba a las puertas del comedor social, con mi navaja, recortando una pieza de una placa de hachís, con Eusebio, recién salido de Teixeiro, cuando de repente se me deslizó mi arma con el hachís y ¡ZAS!, me corté la muñeca.

Paca, debes de tener cuidado no se me enrolle el cordón umbilical en el cuello al nacer. Yo sé que tu eres muy ordenada pero…”, anunció leopoldo.

Era como la guinda del pastel.

La Clínica del doctor Arrojo estaba a las afueras de Santiago casi en el rural. Cuando llovía… hacía un frío tremendo, por lo que íbamos con gruesos albornoces y zapatillas de felpa. Cuando llovía…, decía... un sereno discurrir del agua. Yo, como era el hijo del conselleiro, tenía una habitación para mí solo. Pero, claro, yo prefería compartir habitación y ser el hijo de un obrero. Cierto, pues el currito tendría que ir a la sanidad pública, en la que pronto hubiesen descubierto que lo único patológico que había en mi vida era mi paterno.

Coincidió conmigo en la planta de internos de Psiquiatría del Hospital Universitario de Pamplona, el vasco Paxti, quien se paseaba todos los días por el corredor de entre las habitaciones con una mancuerna de 7,5 kg  en la mano, extendiendo y contrayendo la misma

leopoldo llegó a Tel Aviv y asistió a varios ataques de los huties, para trasladarse a continuación a Gaza con un chofer que no paraba de fumar porros para aminorar el pánico. En la capital israelita fue a  todos los hospitales donde ayudado por su contacto, Abderramahan, realizó  una crónica social de ambiente, que vendería al diario El País.

Yo vestiré chilaba.

leopoldo estudió medicina en Pamplona, pero su empresa fué abortada por el Bellocino, quien tras saber por su hijo, que consumía, ocasionalmente, Centraminas para estudiar, desempolvó un informe médico del doctor Kornes en el que dictaminaba que el menor de los Panero tenía tendencia a la toxicomanía. Punto que fue su primera gran mentira, pues leopoldo se limitaba a consumir hachís.