Prostituta colombiana de Los Mallos. Nos enamoramos.
Después de follar, pagando, como locos.
Melisa tenía frases recurrentes como: Los niños con síndrome de Down son muy listos. Pues yo le había contado que tengo uno. O bien: “A ver cuándo me regalas un libro tuyo”, pues le había dicho que soy escritor.
El caso es que comenzamos a quedar fuera del burdel. La invitamos a cenar al restaurante mexicano Tamarindo. Y empecé a follar gratis.
Un día, después de cobrar por mi libro “Damas de la noche”, le propuse viajar a Colombia. A Caloto: Su pueblo. Acepto.
Sopas de frijol, arepas, tamales, claro, chicha… Todo un universo gastronómico. Era al que accedimos de la mano de su madre: Daniela.
Le dijimos que estábamos casados, para así poder dormir juntos.
La madre tenía una tienda de artesanía colombiana, en la que trabajó Melisa hasta que decidió prostituirse en España.
Cerámica de barro negro, arte huichol, cerámica de Talavera, platería, textiles y calzado. Eran algunos de los productos ofrecidos.
Pero las ventas eran mínimas, pues no había prácticamente turistas en ese recóndito pueblo. Leopoldo y Daniela se cogieron mucho cariño. Y Melisa estaba encantada de ello. Leopoldo publicitó la tienda por internet. Y anuncios en la prensa de Bogotá. Asimismo, consiguió que le hiciesen un reportaje en Caracol Televisión. Y los beneficios se multiplicaron rápidamente.
Así pues, Melisa regresó al trabajo con su madre. Y Leopoldo comenzó a escribir.
leopoldo
Añadir comentario
Comentarios