No me funcionaba el altavoz del móvil. Así es que fui a la tienda de Orange de la calle Barcelona. “Como tiene su móvil ya dos años de permanencia, le ofrecemos uno nuevo por un euro. “Ahora no tenemos en stock, pero el miércoles le llamamos y viene a recogerlo”, me dijo la empática María. Quien ante mi estupefacción por el regalo me explicó que era un regalo con truco, pues lo único que querían era asegurarse la permanencia.
Miércoles. María era de Lugo y me estuvo hablando de su trabajo y de una casa rural que está acondicionando. “Chica, yo me volvería loco en este mundo online. Se ve que pertenezco a otra época”.
La vendedora respondió con mucho agrado a mis piropos. Hasta el punto de que la lascivia impregnó su alma. Iba vestida con un chándal y lucía un apetecible escote.
“¿Te gusta?”, preguntó bajándose el pantalón y las braguitas, y mostrándome un sexo afeitado. “Me encanta. “Es tan vulgar”, contesté.
“Pues cerramos quince minutos”, dijo.
“No tengo condones”, observé. “No importa, tomo la píldora”, observó.
Entonces, de camino a la puerta se quitó el top, alardeando de tetas.
Bajó la persiana. Y se recostó en el mostrador, provocando la caída de un ratón al suelo.
Tuvimos sexo a conciencia.
“En vez de pagarte un euro por el móvil nuevo, te voy a cobrar cincuenta”, le dije.
Risas.
leopoldo
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