Lore estaba muy estresada.
Así es que le dije: “Tengo la solución: Nos vamos a Marruecos”.
Y así en dos días estábamos en Uarzazate. Y en el desierto del Sahara.
Cabaña de beduinos… paseo por los arenales.
Amanecía.
El sol anaranjado. Y el frío del desierto.
Y la Lore empezó a hablar de la editorial que abriría conmigo en la ciudad condal.
Desayuno de Ramadán: Muy potente para aguantar hasta la caída de la noche sin comer.
Con los mejores dulces melosos que he comido en mi vida.
Desgraciadamente, en Ramadán tampoco se puede fumar hachís. Así es que nos pasamos todo el día tumbados en “rem”. Y leyendo poesía. María trabajando como no.
Aproveché para releer a la “Beat Generation”, que tanto había escrito en Marruecos.
Mohamed: El beduino que nos atendía fue para mí Allen Ginsberg, con quien hablaba en el mediano árabe que ya tenía.
leopoldo
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