En clara referencia a mis amigos toxicómanos del comedor social,
El invidente Santi, a quien acompaño al acabar la manduca hasta el banco en el que hago entrega del “paquete”, me dijo hoy: No me gustan tus amigos. A mí tampoco. Son delincuentes y drogadictos. Ladrones, sucios y falsos. Pero son mi gente. José y Moncho hacen acogida del paquete todos los días.
"Aquí el jefe soy yo", dijo Fredo clavando una navaja en el banco de Santi. Yo le dije: Te confundes, Fredo, aquí el jefe es Santi. —Vale —observó Nando—, pero después yo”.
Fredo me acaba de estafar 20 euros de hachís. Que unido a los diez que me debían, hace un total de 30.
Anda con el perico y por ello no me devuelve mis deudas.
Es pobre como las ratas y se pasa toda la mañana dando paseos compulsivos por el barrio para conseguir parné.
Cuando consigue el mínimo, pilla cocaína y se la fuma, regresando con ello al placentero estado espiritual del yonqui.
Su colega es Eusebio, también drogata, pero con la salvación de que, al no tener dinero, no se puede poner.
Carecer de eros es sin duda la mejor terapia para la desintoxicación, observa leopoldo. Que cada vez necesita más estar fumao para escribir.
Eusebio vive con la madre y con un hermano. Y acabamos de fracasar tramitándole una ayuda económica de la Xunta. “¿Qué pasa, que por tener la casa de mi vieja no voy a poder pagarme la ropa y la comida?”.
leopoldo
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