Sí, y no solo la crema de cacahuete. Galletitas de sabores y dulces marroquíes.
“Vamos a ver, Hicham (mi acogido magrebí), cuando compras algo, al pagar pasa a ser tuyo, ¿no?
Y… ¿Quién paga la crema de cacahuete?
Por lo tanto, es mía. Y como soy un alma caritativa, te doy parte.
—Ya sé que si no me lo escondes, me lo como todo en dos días.
—Pues te jodes. ¡¡¡Estoy hasta los huevos de que me escondas la comida!!!
—Hoy, después de fumarme un porro, sentí la necesidad espiritual de comer algo dulce. Y recordé que habías traído crema de cacahuete. Por lo tanto, me dispuse a meterle un tiento.
—Pues la crema de cacahuete jamás apareció. La única explicación es que la habías escondido, pues ayer quedaba el bote entero.
Lo primero que me salió del alma fue decirte: “O me das la crema de cacahuete o te largo una hostia”.
Finalmente, comprendí que tu hurto estaba justificado, pues soy un tragón. Así que escribo para ver si así cuando vengas consigo no darte una hostia.
leopoldo
Añadir comentario
Comentarios