A principios del siglo pasado, los ingleses ubicaron una base aérea francesa en Uarzazate, la ciudad del sur enmarcada en la región Draa-Tafilalet y que luce el poético nombre de “Puerta del desierto”.
Viajaba solo por Marruecos y con más de sesenta años. Con una mochila carísima y pertrechado de ropa de montaña que había adquirido en el Rastro madrileño. Botas de trekking y cantimplora con bebida isotónica. Chocolate Nestlé y frutos secos.
Descendí el río Muluya realizando una ruta idéntica a la de los comerciantes africanos. Y pude comprobar cómo Uarzazate se había convertido en un centro administrativo y posta de aduanas.
Era toda paz en las inmediaciones del río Draa. De ahí que esta población recibiera el nombre bereber de “Sin ruido” o “Sin confusión”.
Asimismo, albergaba Atlas Studios, por lo cual se había convertido en un escenario de eventos de cine y culturales.
Y en este lugar tuve un encuentro sexual con una apache: extra que participa en una película del oeste. A pesar de mi avanzada edad, me porté como un chaval.
leopoldo
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