El ratón del ordenador no respondía. Y yo tenía que mandarle unos textos a mi editora Lore. Me puse histérico por momentos. Y cuando me recuperé un poco repasé todos los cables. Le di a todos los botones del ordenador que pueden estar relacionados con el rayo. Y nada.
Me fumé un porro y tomé un café inmenso. Y de pronto, en plena demencia creativa, recordé que mi PC también funciona sin ratón: arrastrando el dedo en la plataforma central. Así lo hice. Y creí estar salvado, pero. No. No podía “Copiar” los textos subrayados. Me fumé otro porro y tomé lo que quedaba de café.
Repasé todos los iconos de mi PC y los dibujitos del escritorio.
Y entonces vino a mi alma la necesidad de contarle a mi editora Lore el infierno en el que vivía.
Ya habían pasado cuatro horas y oscurecía: me fumé otro porro e inicié la lectura compulsiva de Rodolfo Walsh, cuentista argentino fabuloso, pero con la desfachatez de usar muy a menudo intrigas policiales, cuando todo el mundo sabe que yo me pierdo en ellas inexorablemente.
Me fui a dormir, como siempre a las diez. Y a las tres de la mañana ya estaba haciendo mis cuatrocientas flexiones. Ya había quedado con Hicham en que le pediría a algún amigo un ratón y si no tenían cometeríamos el abuso económico de comprar uno. Faltan cuatro días para cobrar mi pensión. Y, por lo tanto, mi saldo asciende a cero euros.
Tras el ejercicio comprendió que podía escribir en el ordenador utilizando la plataforma central como ratón. Pero...
… Cuál fue mi sorpresa al constatar que el ratón externo ya funcionaba.
Y AHORA ESCRIBO.
leopoldo
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