La Muerte de leopoldo

Publicado el 10 de julio de 2025, 7:02

Como bien recordaréis, tras el viaje de novios con mi recién esposada Rana, un camión perdió los frenos en el puerto de Piedrafita e impactó contra mi coche de la Barbie (Jamardo dixit), causándome un traumatismo craneal. La rana salió ilesa. De allí fui trasladado al hospital de León, donde encontré la muerte.

 

Mi cuerpo serrano fue trasladado a Santa Comba para proceder a mi entierro.

Mi padre y mi hermano Javierito estaban exultantes con sus oraciones de control mental. Y las Pérez no paraban de llorar.

Enriquito estaba mamado hasta las trancas y disertaba con la prostituta Lorena, quien le insistía en que yo practicaba el mejor cunnilingus del universo.

 

Acto de presencia hicieron mis amigos del colegio mayor San Pablo. Y entre ellos el moro iba completamente fumado.

 

Yo había hecho un pacto con el diablo —tras venderle mi alma—, ha resultado del cual podría asistir a mi propio entierro.

Con la apariencia de un paisano de la localidad coruñesa. Y entre los Olmedo asistí a mi último adiós. Mi primo Juan mantuvo contactos homosexuales con el Lobo.

 

Todo fueron frases bonitas hacia mi persona. Y eso que la mitad no me tragaba.

 

La vida continuó y la Rana se volvió a casar con un cinéfilo que no le daba placer ni la mitad de bien que yo.

Yo, cumpliendo el pacto satánico, viví en el averno, entre prostitutas, yonquies y dementes. Mi gente.

 

 

leopoldo

 

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