Humor fino y sarcástico maño. Es la madre de mi editora: La Lore.
Tiene risa para todo y un amplio repertorio de salidas populares.
Nos gustamos desde el primer momento.
Un fuego indomable me llevó a las cercanías de Zaragoza a conocerla.
Solo verla, comprendí que era la mujer de mi vida. Y el amor fue recíproco.
No hice uso de mi porte ni de mi buena educación, sino que me limité a darle un pellizco en el culo al tiempo que le decía: “Me gusta tu carne, maña”. Ella se rio femeninamente. Y yo le dije: “Perdona, pero es que la belleza obtura mi buena educación”.
“Yo amo mucho a tu hija: la Lore, pero es que jamás tuve previsto que me pudiera enamorar de su maña madre”, dijo leopoldo.
La invitamos a comer en el restaurante más caro zaragozano, a cargo de Raíces Patrimoniales. Y no os podéis imaginar lo bien que quedaba en la mesa: Era como el candelabro más bonito, solo que hablando como una reina. Bronceado femenino.
La obligué a contarme otra vez lo de los “Teletubbies”. Y de nuevo me escacharré de risa.
Le pedí que me contase su vida, que desarrolló con elegancia. Y enseguida comprendí que sus amores —excepto el de la Lore— no estuvieron a su altura.
“Aún nos queda mucha vida por delante, maña mía”, le dije, despertando una risa fina y explosiva.
Y la Lore, todos celos, acabó por comprender mi amor.
Me habló de su exmarido y yo, hablando de gilipollas, le conté cómo era mi padre, quien venía a sumarse a la necesidad de su exmarido, que nunca sabrán las MUJERES que tuvieron a su vera.
leopoldo
Añadir comentario
Comentarios