“Hay cientos de señoras que andan por la calle encogidas y con la mirada perdida bajo los efectos del Tranquimazín”, decía Pedro en la tertulia del comedor social de Boandanza. “Van absolutamente drogadas bajo prescripción médica”, añadía.
Y es que hay todo un chorreo de drogas social y sanitariamente aceptado: Sinogán, Alción, Valium, Tranquimazín, Tranxilium 50, diacepinas…
Todas ellas para limitar los síntomas psicosomáticos y enfermedades nerviosas como la ansiedad y el insomnio. Que no son sino las respuestas vitales a las agresiones que el mundo capitalista occidental trae consigo.
La Paca, madre de Leopoldo, era un claro ejemplo al respecto. Era adicta al Sinogán 100. “¡Y es que tengo una ansiedad, doctor!”, decía. Y para aminorarla se ponía hasta el culo comiendo dulces y salados mezclados. Su plato preferido ante las crisis de ansiedad incluía salchichón con mermelada de ciruelas, turrón de chocolate y pepinillos. Todo ello mezclado con grageas de Sinogán 100, que tragaba como si fueran golosinas. Y al acabar, muy a menudo vino dulce o whisky Johnny Walker. Y su única enfermedad es que su marido era un CABRÓN.
¡DONDE ESTÉ UN BUEN PORRO!
leopoldo
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