(Los nombres están cambiados para mantener el anonimato).
Doña Elisa era la “madama”, como guinda que pone al pastel de llevar prostituyéndose más de treinta años. Era maña y muy directa. Fue pronto conocida en la profesión por decirle a un concejal del PP: "El próximo día te bañas antes de venir. "Pedazo de cerdo". Tenía mucho carácter y era sumamente aerodinámica. A más de un cliente le causó contusiones y traumatismos.
Su hija, Claudia, era editora. Y como su escaso sueldo no le daba para vivir, trabajaba por horas con su madre.
Tuvo un marido que le salió maricón, pero el principal problema que tuvo fue el de Mustafá; amante negro como el carbón, al que entre risas le dijo: "Musta, la tienes ridícula. Yo esperaba encontrarme un pollón, como a todo negro corresponde".
“Pero mira… es una pilila como la de un bebé”, añadió.
El moreno le calzó una hostia “por Alá” y luego otra… Y como no podía parar, Claudia lo denunció por malos tratos y por tener un pene insuficiente.
Doña Elisa le dijo a su hija que a ella no le sorprendía porque no es que fuera racista, pero… UN NEGRO.
Además, decía mucho de su espíritu el que tuviese una pilila de nené. Como siempre fue leopoldo quien resolvió el entuerto:
Presentó a Musta a su ex: Tomás, y en la cena que tuvieron juntos, pagando a Elisa, les vertió a los dos polvos afrodisíacos en el vino.
El primer polvo lo echaron Musta, de pasivo, y Tomás, de activo, en el cuarto de baño del restaurante.
“Mustafá déjame que te llame “Tarzán”, dijo Tomás.
leopoldo
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