Mira qué pipas tengo. “Fumarás como un señor”, decía en arabic-english. Y efectivamente tenía una docena de pipas…
“Si quieres tengo hachís, para estrenarlas. Triple cero: el desprendido del primer paleo”, me dijo Hicham.
Entonces mi vista fue a parar al interior de un saco de frutos secos que lucía Mohamed, quien no paraba de mascarlos con una sonrisa de circunstancia.
Y llegué al textil, donde me superpusieron una chilaba de seda y un gorrito turco. Que, sin tener otra elección, compré de inmediato.
Unas babuchas se unieron a mi atuendo.
Carnicería, en la que eché de menos las morcillas de Becerril de la Sierra. Y para desquitarse de tan brutal carencia, tenían un cordero abierto a la mitad. Sin ojos.
Las mujeres limpiaban y mandaban. Y los hombres vendían, tomaban té y fumaban hachís.
Y Leopoldo mamaba.
leopoldo
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