Ayer mi editora me subió a mi blog un mínimo de quince relatos. Hubo que hacer las lógicas correcciones.
Pero ahí están. Trayendo consigo la paz que el final de la edición trae consigo.
Sandra cambió su nombre y el de su madre, pues eran objeto de secuencias sexuales.
Pero ahí están: los relatos de leopoldo.
El cual se mueve al día siguiente: hoy entre el sosiego y la paz. Y la resaca.
Y lo que es un fastidio es que Sandra no se quiera casar conmigo, porque sería vivir en la Paz. Y no digas que sería un ahorro porque la pobre solo me cobra 100 euros por el blog.
Los mandé a Enriquito, quien emocionado trató de decirme que le habían gustado mucho. Y tuvo recuerdos para Paca, siempre presente en mis relatos. También se los mandé a José-el-taxista, quien se los leería ayer noche, cuando acabe su jornada laboral.
leopoldo
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