—¿Cuánto cobras de pensión? —me preguntó Pedro en el comedor social—. ¿Mil y algo?
Sí, pero estoy divorciado y tengo que pasarle a mi hijo 500 todos los meses. Si le quitas el hachís, vivo con 300 euros.
Mentira piadosa. Pues cobro 4.000, si bien le pago a mi acogido magrebí 1.300 euros, en concepto de asistente doméstico. Y le doy a mi hijo casi 2.000.
Con lo cual no miento con lo de 300 euros. Pero vete tú a explicarle a los marginados que le doy semejante cantidad a un puto moro. Y esa burrada a mi hijo discapacitado.
No estoy arrepentido de mi mentira piadosa, pues para integrarme, hay asuntos que se deben mantener en silencio.
Pero vete tú a explicarles que la madre de mi adoptado vive en la pobreza y que subsiste gracias al dinero que le manda Hicham cada mes.
Soy un niño bien humanitario.
Pedro me dijo que mi acogido puede comer gratis en Padre Rubinos. Y que él nunca permitiría que un puto moro al que le doy casa gratis me esquilme. Y eso que no sabe lo de su sueldo de asistente doméstico.
Sí, Pedro, —pensé—, pero vivo con lo mismo que tú. Requisito imprescindible para integrarme en las clases bajas.
leopoldo
Añadir comentario
Comentarios