Llamémosle Eduardo.
Ha tenido un padre inexistente; por lo tanto, carece de autoridad paternal.
Está perdido y manipula como dios.
Fuma porros como quien bebe Coca-Cola. Para relajar su vacío afectivo.
Está bastante solo y es inseguro.
Disfruta de una autoridad maternal que le consiente hasta el extremo.
Le gusta romper todo cuando se cabrea. Y cuando su madre le da dinero, se le pasa.
Punto uno: Que paguen todo lo que rompe. Elabora una lista de la cuantía económica de sus destrozos. Y si no tiene dinero para pagarlo, que figure como débito.
Vigila sus amistades, pues es candidato claro para dejarse llevar por la perdición.
Hay que ser con él, duro e inflexible.
Ámalo con inteligencia y que se curre el afecto.
Cuidado, es un vampiro de cariño. Te chupa la sangre.
No lo trates como correspondería a su avanzada edad, sino como el niño inmaduro que todavía es.
Y lo más importante: Cuídate tú. Si sale victorioso de sus manipulaciones, habrás perdido la oportunidad de educarlo.
Involúcralo en tu enfermedad. Hazle saber que te hace falta. Y que se lo curre.
Apóyale en su trabajo, pues es fundamental que valore la cuestión laboral. Que te dé dinero para la casa y para los gastos cotidianos domésticos.
Y regáñale cuando patine y destroce.
Yo no sería tan permisivo con la marihuana y el hachís, pues en su caso es claramente un problema a combatir.
AMOR INTELIGENTE. Habla con él más. Y que te cuente sus problemas, que los tiene.
Ayúdale a conquistar nuevas amistades sanas.
Y, por favor, cuídate tú. Si flaqueas, habrás perdido la batalla.
Le estás acompañando en la vía de escalada de la vida. En la que siempre hay que tirar para arriba, pero con sumo cuidado de tener siempre agarres seguros. Y la hierba no lo es. Yo me fumaré un porro con él cuando haya aprendido a escalar.
Ánimo en tu batalla, que tampoco es un combate condenado al fracaso.
Si fuese heroinómano, sería otro cantar.
leopoldoldo
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