Los presidentes de Brasil (Lula da Silva), de Colombia (Petro) y Leopoldo fueron a la Franja de Gaza, donde por toda una serie de brillantes gestiones consiguieron quedar con el presidente de EE. UU., Trump.
Llegaron unos diez días antes de su cita y aprovecharon para recorrer la devastada ciudad. Aquí le esperamos, señor Trump, porque solo usted puede poner fin a esta barbarie, dijo el sarcástico Lula.
Niños desangrándose, muertos por cada esquina, hospitales inexistentes.
Leopoldo no hacía más que consumir hachís, al ritmo de los discursos humanistas de sus colegas, quienes ante tanto deterioro fueron derivando sus discursos a posturas cada vez más radicales.
Llegó Trump el día acordado acompañado por numerosos medios de comunicación que venían a constatar su gesta, y un nutrido equipo de marines dispuestos a asegurar la seguridad del amigo de los israelitas.
Leopoldo hizo de guía a Trump, enseñándole la devastación de la ciudad.
El presidente permaneció inalterable ante la devastación, de la cual culpaba insistentemente a Hamás.
Y... Todo ocurrió de repente: Leopoldo le dio una hostia a Trump y Lula y Petro se encargaron de eliminar a su equipo de seguridad. Leopoldo le bajó los pantalones al magnate americano y Lula le introdujo un cartucho de dinamita en el culo. Petro encendió la dinamita. Y los tres se apartaron al tiempo que el artefacto explotaba.
La ocupación israelita de la Franja de Gaza se dio por concluida en dos días.
leopoldo
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