Personaje peculiar de las proximidades del comedor social del Ventorrillo: Pasea cuatro perros los domingos al tiempo que lía y fuma porros.
Llamémosle Juan, cuya empatía le lleva a entablar conversaciones con todos los mayores del barrio. Otro personaje es Ali, dueño y camarero de un bar. Quien insiste en regañarme por mear por fuera del agua. “Falso, ya estaba sucio”, le digo. “No. “Acababa de pasar la fregona”, me rebaja.
Pero lo cierto es que desde que tuve mi traumatismo craneal me falló la coordinación meadora. Puede que tenga razón. Pero soy tu cliente, no un colega. Y merezco respeto. Lo limpias y te callas.
Y animó la mañana Miguel, quien se sentó conmigo y fue a por unas cervezas, ya por porros, que debía encontrar y fumárselos solo, pues desapareció como por arte de magia. Los últimos minutos de la hora 13.00, de la apertura del comedor, estuve acompañado por Elvira, quien lucha por andar con una muleta y se está quedando ciega. Javi-el-mendigo me regañó por pisarle los ramos de Pascua. Maleducado y borde. La comida fue con Santi, como siempre.
leopoldo
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