Nos ubicamos: Sala de lectura del Centro Social Boandanza.
Dos mayores leen compulsivamente el periódico. Y Leopoldo está trabajando en el PC.
Una tercera persona, taludito también, se dirige al baño entre arcadas y suspiros.
Se pelea contra sí mismo tratando de recomponerse. Vomita y gime.
Uno de los ancianos está claramente incómodo. Yo supongo que es la preocupación por el enfermo lo que le altera. Cuando yo había decidido atender al enfermo, Eusebio se levanta y se dirige al baño. Y CIERRA LA PUERTA.
Pronto comprendí que el enfermo y sus arcadas le estaban molestando.
Vuelve a su sitio, ya con el ruido del paciente silenciado, y prosigue la lectura de La Opinión.
Indignado, me levanto justo en el momento en que Eusebio logra salir del baño, claramente descompuesto.
Le pregunto: “¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda o que te llamen una ambulancia?”
"No te preocupes, me pasa a veces. Es que he dormido mal. Pero que sepas que estoy muy contento por tu preocupación. "No es habitual", dice el enfermo.
leopoldo
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