Acabo de volver de Correos de echarle a Hicham su seguro de automovil firmado (como faltaba mi firma en todas y cada una de las hojas del seguro, me lo han devuelto para que firmase).
Estaba cerrado a las 15.00 horas; con horario de verano. Compartí la espera con un invidente muy agobiado por no poder entrar. Resolvió el entuerto un empleado que pasaba por allí. Quien nos indicó que si era solo echar una carta lo podía hacer en el buzón que había en aquella esquina.¿Lo ves?
Como hacía un calor de infierno pasé del ciego y me dirigí al buzón, donde tuve que retorcer la carta para que entrase. Me arrepentí de no haber ayudado al ciego. Pero es que hacía un torre de la ostia y moviéndome por impulsos neuróticos compulsivos me limité a ir al susodicho buzón.
Espero que a tí no te atormente el calor en el hospi, pues yo recuerdo con horror mis sábanas sudadas cuando estuve interno por el TCE.
Cuando me dirigía de vuelta a casa, pensaba que no es fácil ir a Correos con una minusvalía. Pero siendo ciego tiene que ser un infierno. Pero desde los cuarenta grados no es que sea un samaritano.
leopoldo
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