En la calle de su casa del Ventorrillo coruñés, reposaba el Toño deslavazado en una esquina. “Vengo de los juzgados. Y estoy reventando”. La citación respondía al robo de un coche de la semana pasada, frustrado por las fuerzas de seguridad policiales. Y del que ahora rendía cuentas. Y en ese preciso momento llegó El Balas quien en tono piadoso me pidió cincuenta céntimos. Se los di y se marchó. Con mucho cuidado de no mostrar dinero ante Toño, quien me dijo: “Necesito un favor: Déjame 110 euros”. “No tengo”, mentí.
Era más que evidente que era para pillar perico.
Volví a saber del Toño después de comer por “El Balas”, quien me contó que estaban reunidos en la calle, cuando llegó un camión de reparto y aparcó frente a ellos, dejando las llaves puestas mientras realizaba el trabajo. El Toño se subió al vehículo, arrancó y se fue a toda ostia.
Luego, vino la policía a interrogarnos. Mira la situación en la que nos puso el Toño, dijo. "Muchos tenemos antecedentes", añadió.
“Aún se merecía que los sudacas del reparto le diesen una puñalada. Todo el mundo lo conoce”, dijo El Balas.
leopoldo
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“El Toño Roba de Nuevo” es un relato crudo de la vida marginal en el Ventorrillo coruñés. Entre drogas, pequeños delitos y desencanto social, Toño encarna la desesperanza de un barrio donde la supervivencia se confunde con la tragedia cotidiana.